Historia
Un Puerto Magno romano
En la antigüedad, la bahía portmanera fue un espacio costero natural abierto a los vientos del sur y protegido del resto de vientos por los montes que lo rodean, un lugar tradicional para fondear por su significativa profundidad, con forma cuasi circular de unos 1200 m de ancho y una bocana al sur de 840 m. En el siglo I d.C. los romanos fundaron Portmán con el nombre de Portus Magnus (literalmente “puerto grande”), reconociendo su trascendental importancia tanto en el ámbito comercial como en el militar, siendo esta designación la utilizada para definir fondeaderos profundos y abrigados, y que constituiría uno de los tres puertos españoles del Mediterráneo en los que recalaban las galeras romanas para cargar el mineral de plata, plomo y cobre, erigiéndose como un puerto de excepcional influencia en la red de rutas imperiales.
En la actualidad, la huella de este legado se puede atestiguar en los numerosos yacimientos arqueológicos diseminados por la Sierra Minera, destacando la importante villa romana del Paturro, la calzada romana y los vestigios recuperados de estos yacimientos que se pueden disfrutar durante la visita al Museo Arqueológico de Portmán.
Un paraíso para la piratería
Durante la Edad Media, son pocas las evidencias que atestigüen el uso, la explotación y la ocupación en la zona por bizantinos, visigodos, islámicos y cristianos, con algunas reseñas históricas que tímidamente mencionan la actividad minera, la pesca y el uso comercial de la bahía. Es destacable la gran actividad de piratas berberiscos y las tropelías que realizaban en tierra. Un intrépido personaje que ha pasado a la historia es el corsario Morato Arráez, y su famoso desembarco en Portmán en el año 1587. De esta etapa data la construcción defensiva denominada Torre de San Gil, que primitivamente se edificó en uno de los promontorios en el extremo este de la bahía de Portmán con una torre vigía, desde la que se podía defender, controlar los accesos y alertar a otras torres próximas, y sobre la cual se edificó el actual faro (siglo XIX).
Existen nombres curiosos con los que se ha denominado a la bahía de Portmán a lo largo de la historia, como La Olla, nombre que en época moderna se utilizaba para describir ensenadas costeras profundas con forma circular y de aguas calmadas; o también Puerto Genovés, asociando el uso del lugar como fondeadero predilecto por navegantes genoveses, grupo social muy influyente en la Murcia de los siglos XV al XVII.
"Boom" minero
En 1860, la población de Portmán se segregó de Cartagena para formar parte del municipio de La Unión, momento que coincide con el “boom minero” de la Sierra de Cartagena-La Unión. Hasta mediados del siglo XX, la minera subterránea marcó la fuerte actividad en la zona, salpicando el paisaje que rodea a la bahía con numerosos elementos que hoy forman parte del patrimonio industrial minero (chimeneas, castilletes, pozos, hornos, etc. que han sido declarados BIC como Sitio Histórico en toda la Sierra Minera).
La bahía aterrada
Durante los siglos XIX y XX, la bahía de Portmán experimenta una gran transformación, realizándose numerosas construcciones que lo especializaron en la carga y descarga de mercancías y principalmente minerales. Existieron varios embarcaderos, almacenes, una aduana, un faro moderno (único vestigio aún conservado), y un innovador cable aéreo para conectar las bocas de las minas en la Sierra con los puntos de descarga en la costa.
A partir de 1945, la minería pasaría a realizarse a cielo abierto, y para cumplir con el proceso de lavado del mineral a gran escala, la empresa Peñarroya construyó frente a esta bahía el Lavadero Roberto (1957) -el mayor de su clase en toda Europa-. Las toneladas de estériles que se vertieron a la bahía de Portmán, la anegaron e hicieron desaparecer la línea original de costa que había existido hasta entonces. Este hecho supuso el mayor desastre medioambiental del Mediterráneo, quedando actualmente metales pesados en su arena, y sin que se haya reparado aún el daño causado. En 1986, la organización ecologista Greenpeace realizó una acción de protesta, protagonizada por tripulantes del buque Sirius: entre ellos, dos mujeres voluntarias y el presidente de la organización se encadenaron a la plataforma que sostenía las tuberías responsables de los vertidos; esta actuación fue de gran repercusión, atrayendo a la prensa nacional y dando la vuelta al mundo por lo icónico de la fotografía realizada ese día. El cese de los vertidos se produjo el 30 de marzo de 1990.
En cuanto a la pesca, Portmán siempre ha estado vinculado a esta actividad constituyendo una gran parte de la vida portuaria, incluso en los momentos álgidos de la exportación de mineral. Fue la colmatación de estériles de la Bahía la que degeneró la actividad pesquera, por la fuerte alteración del medio marítimo-terrestre, cuando los pescadores tuvieron que trasladarse a otros caladeros cercanos. Tras la instalación del Lavadero Roberto en los años 60, la empresa Peñarroya convenció al Ministerio del poco valor pesquero y turístico de Portmán, y obtuvo el beneplácito de verter sus residuos, a cambio de que se construyera un puerto en Cabo de Palos donde alojar la flota pesquera de Portmán, produciendo el desplazamiento de una larga tradición, vida cotidiana y saber marinero de este lugar.
Un punto y seguido
En la actualidad, Portmán es una pequeña población que, a pesar de la gran catástrofe sufrida en su Bahía, no está dispuesta a permanecer en el olvido, a convertirse en un punto y final. Lo que un día fue un punto negro para la historia nos sirve para aprender que el ser humano es capaz de llevar a cabo actos incomprensibles desafiando y maltratando a la naturaleza, pero debemos utilizar este hecho como ejemplo y referencia, a través un discurso didáctico que llegue a todas las generaciones para reconvertir a Portmán en un punto y seguido, avanzando en su desarrollo turístico a través de la Sostenibilidad.
Un paisaje minero y pesquero
En el horizonte de Portmán siempre prevalecen sus valores naturales, patrimoniales y paisajísticos, avalando con sus características peculiaridades que este espacio constituye un lugar de enorme riqueza.
Su peculiar orografía se compone de montañas que bordean la costa, elevaciones entre las que destacan el Monte de las Cenizas, Peña del Águila, Sancti Spiritu, Cabezo de las Lajas, Cabezo del Pino y Monte Galera.
Portmán cuenta actualmente con dos playas principales: la Playa de San Bruno, más conocida como la playa grande de Portmán, de casi un kilómetro de longitud de lado a lado de la bahía y la Playa del Lastre, situada en el extremo este de la antigua Bahía, que cuenta con un paseo marítimo, lo que la hace más accesible y cómoda para los visitantes que deseen pasear disfrutando de las vistas al mar y contemplar la belleza del paisaje. Cuenta con servicios básicos como duchas y baños públicos.
Próximo a la bahía, hacia el oeste, se encuentra también la Playa de Cala del Caballo, que se formó con los estériles vertidos junto al cabezo de la Galera. Este singular cerro disfruta de varias protecciones por su Paisaje Natural y Patrimonio Geoarqueológico como Hábitat de Interés Comunitario, microrreservas de flora, es Área Prioritaria para las Aves, Lugar de Interés Geológico, distinguido con la protección de BIC como sitio Histórico parte de la Sierra Minera, y el propio yacimiento arqueológico de La Galera. La cala se encuentra rodeada por dos acantilados con más de 150 metros de altura donde se ubica una playa oculta entre la línea de costa que une la playa del Gorguel y el cabezo de la Galera, desde cuya cima se domina la bahía de Portmán.
Siguiendo hacia el oeste se encuentra Playa de El Gorguel. Esta escondida playa se ubica al final de un barranco natural, un desfiladero que la naturaleza ha formado entre varias paredes montañosas casi verticales y salpicado de elementos del patrimonio minero debido a la gran actividad en la zona.