Año 1888
En 1876, cuando Portmán crecía al calor de la minería, comenzó la construcción de esta iglesia de planta rectangular y tres naves separadas por arcos de medio punto. Fue el maestro de obras Fernando Alcaraz quien dirigió aquellos primeros trabajos, culminados en 1888, cuando se consagró el templo bajo la advocación del patrón del pueblo: Santiago Apóstol.
La fachada, sencilla pero solemne, abre su puerta bajo un arco de medio punto, flanqueada por una torre cuadrada que alberga el campanario y un reloj que, desde entonces, mide los ritmos de la vida local. A un lado de la entrada, una imagen de la Virgen del Carmen en azulejo vela discretamente a los fieles y a los viajeros.
La iglesia no habría sido posible sin el impulso decidido de Juana Hernández, esposa de Miguel Zapata, el “Tío Lobo”. A través de la sociedad de señoras “Santiago”, integrada por esposas e hijas de industriales y propietarios mineros, promovieron la creación de un lugar de culto que respondiera a las necesidades de un vecindario cada vez más numeroso y devoto.
En su interior, entre imágenes y tallas —algunas rescatadas de la antigua ermita de Portmán—, destacan dos obras modernas que conectan el ayer y el hoy: el mural Llegada del Apóstol Santiago a Portmán, pintado en 1971 por Paco Conesa, y el Vía Crucis del artista local Asensio Sáez, realizado en 1972.
Así, entre piedra, arte y fe, la iglesia sigue en pie como testigo sereno de la historia y el espíritu de Portmán.